Parque de los Colores
Los pavimentos
El agua
Los grafitis
Las luces
Situación
Horario
Servicios
Superficie
Datos técnicos y de protección
El autor
Enric Miralles nació en Barcelona en 1955 y se graduó en la Escuela Técnica de Arquitectura de Barcelona en 1978. Fue catedrático de la Escuela de Arquitectura de Barcelona, director de la Städelschule, premio FAD-2000, arquitecto diseñador del cementerio de Igualada, el pabellón olímpico de tiro con arco en la Vall d'Hebron, las pérgolas metálicas de la avenida de Icària en la Vila Olímpica, el palacio de baloncesto de Huesca, la residencia de estudiantes de Morella, la sede del Círculo de Lectores de Madrid, la reforma de Santa Caterina y del parque de la Diagonal Mar en Barcelona. Fuera de nuestro país diseñó edificios de rascacielos en Buenos Aires, la Universidad de Arquitectura de Venecia, el pabellón de meditación de Unazuki en Japón, el Parlamento escocés y la remodelación del antiguo edificio del ayuntamiento de Utrech (Holanda), inaugurado por la reina Beatriz.
Trabajador incansable, después de estar asociado con diferentes arquitectos, desde 1992 trabajó con Benedetta Tagliablue, su mujer y al mismo tiempo coautora de proyectos. También compaginó estas actividades con cursos en las universidades más prestigiosas de Europa y América.
El estilo de Enric Miralles es difícil de clasificar. Ambos rasgos que le han dado proyección internacional son la libertad formal y un lenguaje plástico innovador. Miralles combina las raíces de la tradición con la desestructuración de las formas. Decía un crítico que Miralles transformaba la arquitectura, como Picasso diseccionaba los rostros de mujeres.
El 3 de julio de 2000 moría en Sant Feliu de Codines, en una casa desde la que le gustaba observar buena parte de la llanura del Vallès. Su muerte, con tan sólo 45 años, interrumpió una carrera fulgurante, llena de creatividad e imaginación. El Parque de los Colores, en Mollet del Vallès, es la obra que dejó más avanzada al morir y la primera que se inaugura en nuestro país después de su desaparición.
Para saber más: http://www.mirallestagliabue.com /
Enric Miralles i Mollet
El Ayuntamiento de Mollet fue a buscar a Miralles por su estilo tan personal de hacer y el arquitecto aceptó detenerse un tiempo en nuestra ciudad; se paseó, durante días, por la Plana Lledó y Santa Rosa. Entraba en los bares, hablaba con los vecinos y vecinas, observaba mucho y escuchaba más. Durante meses realizó reuniones periódicas con los servicios técnicos y culturales municipales para ir afinando el proyecto a partir de las necesidades que se planteaban. Intercambiaban llamadas telefónicas y faxes; iban a visitar el solar en horarios inusuales, compartían preocupaciones… Y del conocimiento surgió el amor. Al final, Miralles se enamoró de Mollet y Mollet de Miralles.
Su forma de estudiar los sitios y de elaborar el proyecto fue verdaderamente artesanal. Con su propuesta, el parque dejaba de ser un paisaje cualquiera para convertirse en un paisaje contra el olvido y la indiferencia. Todo el mundo sabía la parte de provocación que contenía el proyecto, porque no dejaría a nadie indiferente, porque tendría grandes detractores y muchos defensores. Era uno de esos proyectos en los que se necesitaría tiempo y paciencia para acabarlo y digerirlo hasta que formara parte inseparable del paisaje molletano. El Parque de los Colores era uno de esos lugares donde él decía que permitía jugar con el tiempo. Pero lo que nunca pensó fue que justamente el tiempo era lo que no le quedaba a Enric Miralles, que este dejar pasar el tiempo debería hacerse sin su presencia.
Miralles entendía el Parque de los Colores como un proyecto narrativo desde el principio para acabar señalando un momento muy concreto: el de la confluencia entre los vecinos del barrio de Santa Rosa y los de la Plana Lledó. También explicaba (justo unos días antes de morir), que del Parque de los Colores se llamaba, técnicamente, un lugar sin jerarquía, un espacio abierto en el que los papeles cambian: es el ideal del espacio libre que permite muchos tipos de comportamiento. Pero, eso sí, cuando esté construido, la gente descubrirá, de repente, un punto que aunque excepcional y sorprendente, le permitirá un sitio para sentarse, y encontrará una sombra que le permita imaginar dónde se encuentra.
La inauguración del Parque de los Colores, el 13 de julio de 2001, fue un homenaje a Enric Miralles.