Can Mollet

Con cuatro zancadas llegamos a Can Mollet. Es una masía muy grande. Aquí nací yo; mi padre, Josep Bonvilà, es el masovero de la finca.

Según he oído explicar a Salvador Mollet, propietario de la finca, que murió en 1915 a la edad de 88 años, esta casa fue la primera que se construyó en Mollet y los Mollet fueron los primeros colonizadores de Mollet. Me explicaba que Can Mollet había sido muchas veces renovado, porque, según decía Salvador Mollet, había sido de planta baja piso y buhardilla y una finca muy extensa, pero con los años había sufrido diversas inclemencias. En la guerra de la Independencia los franceses la quemaron y los de Can Mollet marcharon con el ganado a refugiarse en Can Santpare. En 1815 Can Mollet fue restaurada y este mismo año se casaron el heredero y la heredera. En 1932 Can Mollet cambia otra vez de fisonomía, es alargado y le mejoran su aspecto.

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En el momento que yo os lo presento tiene un gran patio donde a cada lado de portal hay dos granados y seis acacias, un cerezo, un par de almendros, un tilo que da sombra en el patio, delante una gran cuadra para las vacas, la era junto a tres grandes pajares de paja y una pajera de alfalfa, a lo largo del patio, un gran jardín con varios rosales y toda clase de flores. En la pared de debajo de la casa pasa la mina de Can Magre, donde se encuentra el lavadero con una higuera centenaria que hace sombra. Un poco más apartado, hay otra, ésta es muy grande, tiene una cepa muy alta y gruesa, en muchos lugares está carcomida, tiene la cepa llena de bultos y tiene muchos agujeros que a los pigotes les va de primera para criar, pero ella se sostiene dando higos a raudales de una calidad excelente. Por el huerto hay más de cincuenta árboles frutales de todo tipo que en su tiempo hacen las delicias de todos los de casa, de todos los invitados y de otros que se invitan solos. Debajo de la cuadra hay cuatro almeces también centenarios; hay uno muy alto y grueso, está vacío dentro, yo más de una vez he entrado por un agujero que tenía abajo y he subido hasta la copa. Yo no sé cómo un árbol así vacío de dentro puede vivir, pero él quien sabe los años que vive así, se aguanta firme y exuberante...